lunes, 5 de octubre de 2009

La Presidente, es mala leche

Cristina Fernández, todos lo sabemos, preside la Argentina. También sabemos que tiene algunas obsesiones con las que insiste permanentemente y no se caracteriza en lo más mínimo por dar el brazo a torcer o traicionar esas convicciones. Hay quienes la odian por eso y quienes la admiran por lo mismo.
Pero en un tema particular tiene la oposición de algunas personas de todo el arco ideológico. Horacio Verbitsky en Página 12; Ismael Bermúdez, Ana Barón, Daniel Santoro, en Clarín; casi la totalidad del diario La Nación; los cables de la Agencia DYN; la línea editorial de Crítica; los comunicados de las patronales agrarias; la Sra. Elisa Carrió, el Sr. Julio Cleto Cobos, entre otros y otras, insisten en contrariarla

Hagamos un pequeño ejercicio antes de entrar en tema: leamos el titular “Un grupo de 15 trabajadores salió a protestar” Ahora, imagínense ese grupo, cómo visten, edades, nombres, etc. Hágalo, espere un poco y lea este otro titular: “Un grupo de 15 trabajadores y trabajadoras salió a protestar”. El ejercicio puede fallar, pero la absoluta mayoría de las veces, con la primera frase, no se imaginan mujeres.
El lenguaje invisibiliza. Los genéricos que nos enseñaron en la escuela primaria son parte de una lengua construida por varones. Por un solo momento imaginemos que desde el origen hubiese sido al revés: todos los genéricos en femenino. ¿Cómo nos sentiríamos los varones con una lengua que siempre nos excluyera? Al tratarse de una lengua viva, las normas van cambiando y adaptándose al paso del tiempo. La Real Academia Española (que tanto les gusta citar a muchos y muchas, olvidándose que estamos por cumplir 200 años de independencia de los Reyes de España) acepta categóricamente que se diga “Ministra”, “Jueza”, “Médica” y “Presidenta”.
Hace tiempo circula un correo electrónico argumentando varias reglas ortográficas por las que, según ellas, siempre la forma correcta sería decir “Presidente”. No solamente está equivocado, sino que se utiliza de forma abiertamente política como una estrategia más de oposición. Si la Presidenta pide que la llamen con la “a” final, ahí está entonces la Sra. Carrió para oponerse hasta en eso. Ahí está también Cobos remarcando la “e” final, o muchos periodistas que al decirle “Presidente” a Cristina pareciera que enarbolan la bandera de la liberación masculina. Hay diarios y dirigentes opositores que incluso le dicen Presidente a Cristina pero Presidenta a Bachelet.

Mucha gente que tal vez no esté acostumbrada a estas argumentaciones es probable que lo haga de buena fe, pero tratándose de personajes como los nombrados mas arriba, estoy convencido que decir "la Presidente", es mala leche. (Publicado originalmente en http://fuegoenlascallesdelmundo.blogspot.com/)

La Secretaría de Comercio debería ser Ministerio

Aumentan algunos precios y la prensa dice: ¡Inflación! ¡Inflación!
La Secretaría de Comercio convoca a los formadores de precios, los intima a no aumentar, realiza acuerdos, toma medidas y la prensa dice: ¡Presión! ¡Patoterismo! ¡Intervencionismo estatal!
Entonces los formadores de precios se sienten respaldados por la prensa y continúan aumentando los precios, entonces la prensa dice: ¡Inflación! ¡Inflación!
Entonces la Secretaría de Comercio convoca a los formadores de precios, los intima a no aumentar, realiza acuerdos, toma medidas y la prensa dice: ¡Presión! ¡Patoterismo! ¡Intervencionismo estatal!
Entonces los formadores de precios se sienten respaldados por la prensa y continúan aumentando los precios, por lo que la prensa dice: ¡Inflación! ¡Inflación!
Entonces la Secretaría de Comercio convoca a los formadores de precios, los intima a no aumentar, realiza acuerdos, toma medidas y la prensa dice: ¡Presión! ¡Patoterismo! ¡Intervencionismo estatal!
Entonces los formadores de precios se sienten respaldados por la prensa y continúan aumentando los precios, por lo que la prensa dice: ¡Inflación! ¡Inflación!
Entonces ...

El poder NO es el Gobierno

Leemos muy asiduamente cómo, adalides de la rebeldía y la libertad no quieren someterse al Poder. Aparecen así, del brazo de humillados conglomerados económicos y holdings mediáticos oprimidos por el totalitarismo de ese Poder al que hay que combatir. E insisten con ese relato de corderos débiles contra lobos poderosos, quemándonos las cabezas con sus llantos y sufrimientos.
Pero cada vez son mas quienes advierten de la trampa: el Gobierno NO es el Poder. Después del desguace de la dictadura y del menemismo, ni siquiera en el Estado se encuentran los resortes fundamentales del Poder. Los poderosos son ellos, los que siempre hicieron lo que quisieron en este país. Quienes traspasaron la deuda de sus empresas al Estado en la dictadura con Cavallo, quienes dejaron de pagar el impuesto a la herencia con Martinez de Hoz, quienes tienen cientos de miles de millones de dólares en el exterior, quienes son dueños de miles y miles de hectáreas y siguen pidiendo subsidios en cada sequía o quienes viven de los créditos del Estado discurseando contra el clientelismo. No se puede hablar de combatir al régimen o al poder de la mano de esa gente.